¿Qué es una disolución?
Una disolución es una mezcla homogénea formada por dos o más sustancias puras que no reaccionan químicamente entre sí y se encuentran mezcladas en proporciones diferentes y en diferentes concentraciones. Una de dichas sustancias es el disolvente y la otra (o las otras) es el soluto.
Cuando una disolución ocurre, el soluto (minoritario) pasa a formar parte del solvente (mayoritario) en la disolución, modificando así las propiedades físicas de cada elemento puro por separado, como el punto de ebullición o congelación, pero sin alterar las propiedades químicas de cada uno.
El resultado obtenido, de hecho, depende en gran medida de la concentración de soluto y especialmente de su coeficiente de solubilidad en el solvente (algunas sustancias se disuelven mejor en otras).
Las disoluciones se clasifican según el estado de agregación de sus componentes, en:
- Cuando el soluto es sólido. Disoluciones sólido en sólido, sólido en líquido y sólido en gas.
- Cuando el soluto es líquido. Disoluciones líquido en líquido, líquido en sólido y líquido en gas.
- Cuando el soluto es gaseoso. Disoluciones gas en gas, gas en líquido y gas en sólido.
Ver también: Solución química
Disolución y solución
Para todos los efectos prácticos, los términos disolución y solución son sinónimos. Ambos se refieren a mezclas homogéneas, aunque el término disolución en muchas ocasiones tiende a usarse más para las mezclas en que el disolvente es un líquido, pudiendo el soluto ser líquido, sólido o gaseoso.
Componentes de una disolución
Las disoluciones tienen dos componentes diferentes:
- Disolvente. El disolvente es la sustancia receptora del soluto, generalmente más predominante. También se le conoce como solvente, dispersante o medio de dispersión.
- Soluto(s). En este caso hablamos de la sustancia que es recibida por el disolvente, pudiendo para una misma disolución corresponder más de un soluto al mismo tiempo.
Propiedades de una disolución
Los componentes de una disolución no pueden ser reconocidos a simple vista. Tampoco pueden ser separados por centrifugación, ni filtración, sino por métodos fraccionarios de separación de fases, como son la evaporación, la destilación o la cristalización.
Esto se debe a que se trata de una mezcla homogénea, en la que no se dan reacciones químicas, pero sí se obtiene un resultado distinto en apariencia y propiedades físicas a sus sustancias antecesoras.
Su comportamiento físico es distinto al de sus componentes por separado, pero, por el contrario, dejan sin alterar las propiedades químicas de cada uno.
Tal y como otras mezclas, podemos también obtener diversos tipos de disoluciones (y con ellas, distintos comportamientos) a través de la concentración final del soluto en el solvente, pudiendo así hablar de:
- Disoluciones diluidas. Poco soluto en la misma cantidad de disolvente.
- Disoluciones concentradas. Abundante soluto en la misma cantidad de disolvente.
- Disoluciones saturadas. Que logran el equilibrio entre soluto y disolvente, sin que se pueda añadir más, al menos a condiciones dadas de temperatura y presión.
- Disoluciones sobresaturadas. Llevadas más allá del borde de la saturación, manipulando la presión y la temperatura. En este caso se trata de sistemas inestables.
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