Alquimia
Griega:
Los orígenes de la química
se pierden en la noche de los tiempos. Estos orígenes son
técnicos y mágicos a la vez. Cuando se funda la
civilización griega, ya se conocen el cobre, el
bronce y el hierro; el oro
y la plata se usan para ornamentos y el plomo fácil de
trabajar estálejos de ser ignorado. Se conoce la manera de
obtener tintes (púrpura del múrex), de fundir los
esmaltes y desde la más remota antiguedad, se extrae el
cinabrio (sulfuro rojo), un líquido brillante como la
plata, muy pesado y que posee todas las propiedades de un
metal.
Los primeros filósofos griegos, cuyo método de
planteamiento de la mayor parte de los problemas era
teórico y especulativo, llegaron a la conclusión de
que la tierra
estaba formada por unos cuantos elementos o sustancias
básicas. Empédocles de Agriento, alrededor del 430
a.C. estableció que tales elementos eran cuatro: tierra,
aire, agua y fuego.
Un siglo más tarde, Aristóteles supuso que el cielo
constituía un quinto elemento, el éter. Los griegos
creían que las substancias de la tierra
estaban formadas por las distintas combinaciones de estos
elementos en distintas proporciones.
Los griegos se planteaban la
cuestión de si la materia era
continua o discontinua, es decir si podía ser dividida y
subdividida indefinidamente en un polvo cada vez más fino,
o si, al término de este proceso se
llegaría a un punto en el que las partículas fuesen
indivisibles. Leucipo de Mileto y su discípulo
Demócrito de Abdera (aprox 450 a.C.) insistían en
que la segunda hipótesis era la verdadera.
Demócrito dio a éstas partículas el nombre
de átomos (o sea no divisible). Llegó incluso a
sugerir que algunas substancias estaban compuestas por diversos
átomos o combinaciones de éstos. También
pensaba que una sustancia podía convertirse en otra al
ordenar sus átomos de diferente manera. Si tenemos en
cuenta que es sólo una sutil hipótesis, es sorprendente la exactitud de
esta intuición. Pese a que la idea pueda parecer hoy
evidente, estaba muy lejos de serlo en la época en que
Platón
y Aristóteles la
rechazaron.
En el 600 a.C. el filósofo griego
Tales de Mileto
descubrió que una resina fósil descubierta en las
playas del Báltico, a la cual nosotros llamamos
ámbar y ellos llamaron elektron tenía la
propiedad de
atraer plumas, hilos o pelusa al ser frotada con un trozo de
piel.
El pensamiento
alquímico de la antigua Grecia se
basó en teorías
y especulaciones y muy pocas veces en la experimentación.
Muchas de las escrituras griegas del tema se conservaron y
despertó el estudio de ésta ciencia en la
edad
media.
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